Existe la creencia popular de que el alcohol es una especie de exterminador de células cerebrales, que por cada copa perdemos unas cuantas de ellas (cosa ilógica después de las muchas fiestas que se puede pegar un estudiante universitario en su vida, y luego llegar a trabajar sin ninguna secuela grave). Bien, esta creencia surgió a partir de algunos movimientos para prohibir el alcohol, además de una investigación que tuvo lugar en 1990, donde Harper y Krill encontraron que los alcohólicos tenían menos neuronas que los no alcohólicos, dando lugar a la creencia de que el alcohol mataba a estas células.
Pues bien, según un artículo recientemente publicado en Scientific American Mind, el consumo no mata las células cerebrales, pero si puede dañarlas. Concretamente, el alcohol puede dañar las dendritas, que son unas protuberancias neuronales cuya función es transmitir información entre neuronas. Por tanto, si se dañan estas comunicaciones, también se daña la retransmisión entre neuronas. Específicamente, este efecto tiene lugar en el cerebelo, que es la parte del sistema nervioso responsable del aprendizaje y de la coordinación motora.
Eso si, que no cunda el pánico, pues según el Dr. Petney este daño no es permanente, pero si puede causar cambios estructurales en las neuronas afectadas. Además, Petney también hace hincapié en que la pérdida de neuronas enteras no tiene porque alterar la función cerebral, pero el daño de las dendritas si puede perturbar esta función.
Fuente: http://www.medciencia.com
miércoles, 11 de julio de 2012
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